Canalicé desde pequeña
Desde pequeña escribía diarios en los que me desahogaba. En ellos encontraba un refugio de paz y consuelo, sin darme cuenta de que, tras la voz de mi mente, que se quejaba por lo que me pasaba, aparecía la voz de mi guía, para llenarme de comprensión y esperanza.
Revisando aquellos diarios descubrí que él estaba allí, que había estado siempre, y que estaba dispuesto a ayudarme toda mi vida.
Tener un guía espiritual es un inmenso regalo. Es como tener a un gran amigo, siempre disponible para ti. Un amigo que no te juzga, que te escucha, que te ama incondicionalmente. Un amigo que, sin cuerpo, puede ofrecerte el mejor y más cálido abrazo. Al vibrar en el amor más puro, ese amigo te ayuda a elevarte sobre tus tribulaciones y problemas, para que veas la vida como realmente es.
Desde que contacté con él, mi vida empezó a transformarse en una sorpresa constante. He sido capaz de traspasar barreras que nunca me creí capaz de derrumbar. No tenía que derrumbarlas. Solo tenía que mirarlas desde la perspectiva apropiada, para darme cuenta de que no eran barreras, sino escollos en el camino, puestos ahí para enseñarme todo mi potencial.
Hoy confío en lo que soy, voy a por lo que quiero y me respeto. Tengo que dar gracias a mi guía, porque él me ayudó a creer en mí y a avanzar, como nunca antes había hecho.
Muchas personas se preguntan ¿para qué sirve un guía? ¡Para tantas cosas! Para empoderarte, para sanarte, para rescatarte del dolor, para ayudarte a disfrutar de la vida de verdad, para mostrarte el camino que tu alma eligió…
Infinitas posibilidades que se muestran ante ti, cuando te animas a abrir la puerta de la confianza y a escuchar su voz.
Alicia Sánchez Montalbán
www.aprenderacanalizar.com
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